lunes, 16 de junio de 2008


Estoy nerviosa. Es mi primera cita. No sé qué ponerme. Tengo que verme bien para que me siga queriendo ver. Tampoco sé que lo que le voy a decir. Quizás las palabras sobren y nos miremos por largo rato. No lo sé. Todo es tan relativo e impredecible. En este tipo de situaciones nunca se sabe. Me miro al espejo y lo veo a él que me dice: “Te ves preciosa. Eres una diosa terrenal”. Me río. Él me sonríe.
Estoy nerviosa. Es mi primera cita que tengo con él en el cementerio.

martes, 10 de junio de 2008


Lo siento. Hubo un error. Usted no es cero positivo.

martes, 3 de junio de 2008

LIFE IS MUSIC


Track 1: La Guitarra, Los Auténticos Decadentes

Noviembre 1999: Estamos a un año de salir del colegio y el Pato tiene decidido trabajar y casarse con su guitarra. Mi mamá siempre ha pensado que es homosexual, porque nunca ha pololeado y ninguna mujer está en sus planes de vida. Según él, son un complemento que en su caso no le sirven. Yo siempre lo he apoyado y a decir verdad le encuentro más cara de músico que de abogado, a diferencia de su familia. Tipo diez de la noche, el Pato me llama para preguntarme si tenemos pruebas o trabajos para el día siguiente, y si es así, me pide auxilio, porque como de costumbre ha llegado tarde a su casa. Flaca, disculpa, pero de nuevo se me pasó la hora con el profe, me dice. Mi amigo pasa horas junto a nuestro profesor de música en el colegio. El señor Gutiérrez es el responsable que todos los años el Pato esté presente en el consejo de profesores y no precisamente como un alumno integral.

Octubre 2000: Último día de clases. Nadie repitió. Ahora hay que velar por el futuro y preparar para diciembre el examen de admisión para la universidad. El promedio del Pato está bastante decente para su desempeño durante el año. De alguna manera siento que la nota también me pertenece.
Voy en el metro y pongo un disco que me prestó la Maca. Es un compilado con las canciones que más le gustan. Ya sé que quiero en esta vida/ voy a seguir mi vocación/ será la música mi techo y mi comida, escucho Así se debe sentir el Pato, pienso. Lástima que no exista en el colegio un premio al alumno apasionado y jugado por lo que le gusta. Seguro que mi amigo sería el ganador indiscutido.

Diciembre 2005: Me estoy rostisando y tengo que ir con este maldito calor a comprar los regalos de navidad. Me voy a ir en metro, me digo. Por lo menos allí el sol no va a poder molestarme.
Tobalaba está lleno. Todos están en las mismas que yo. Me es imposible encontrar un poco de tranquilidad entre esta masa de gente afligida por la navidad, hasta que al fin los diviso. Ahí están pololeando el Pato con su guitarra. No me ha visto y temo que no me reconozca, pero no puedo pasar esta ocasión por alto. Más que mal el Pato fue mi pupilo y mi amigo. Hacerle un desaire, es como negar la amistad que tuvimos.
- Hola Pato – le digo como si lo hubiera visto ayer -¿Cómo estás?
- ¡Flaca, no puedo creerlo! Eres tú. Pensé que nunca más te volvería a ver – me dijo dejando a un lado su guitarra
- Para que veas que chico es el mundo…oye, ¿y qué andas haciendo por estos lados?
- Me hago mis monedas – me dice orgulloso – Entre estar en la universidad y estar aquí tocando, prefiero estar acá.
- No, si me imagino…o sea que definitivamente no piensas entrar a la universidad…
- Debería ir, pero paso los ramos, gracias a un compañero. Aplico el mismo sistema que aplicaba en el colegio. Cuando llego a mi casa, llamo a mi compañero para que me de la materia que han pasado y para que me dé sus apuntes – me dijo relajado
- Quien como tú, Pato…
- Lo único malo es que en dos días más tengo que empezar con la práctica y no sé qué hacer ni a quién recurrir.

lunes, 26 de mayo de 2008


Cuando el dinosaurio despertó y vio a Barney, deseó nunca haber estado ahí.

lunes, 19 de mayo de 2008


Durante enero fui un viudo de verano. Mi mujer tuvo la oportunidad de irse unas semanas junto a mis hijos a la playa. Yo, en cambio, estuve condenado a quedarme en el “horno” de Santiago. No pude salir de vacaciones, ya que tenía un gran negocio pendiente con unos gringos y ese negocio era fundamental para la empresa. La única salvación que tenía, era saber que Mauricio (mi amigo de infancia) también se quedaría en Santiago. Estaba seguro, que él me recordaría que ser viudo de verano no era tan terrible como pensaba.
- ¿Aló, Mauricio?
- ¡Hola hueón! ¿Cómo estay? – me dijo eufórico
- De viudo de verano – le contesté - ¿Tú vas a salir de vacaciones?
- No hueón, ojalá. Mi jefe se fue fuera del país, así que me tengo que quedar.
Me alegré al saber que no era el único viudo de verano.
- ¿Te tinca si nos juntamos a tomar algo? – propuse.
- Sí, claro.
- A las diez en el pub de siempre
- Ahí estaré, compadre – contestó con esa seguridad que siempre quise tener.
La junta me serviría para olvidarme de los malditos gringos y distraerme de los cheques, facturas y documentos. Además, hacía tiempo que ambos no nos juntábamos a conversar. Nos iba a hacer muy bien retomar viejas costumbres.
Como era de esperar, Mauricio ya estaba sentado cuando llegué.
- Habíamos acordado a las diez, hueón – me dijo bromeando.
- Sí, perdona, pero me agarré un “taco” horrible – me disculpé.
- ¿Qué quieres tomar? – me preguntó, olvidando el incidente del “taco”.
- Una cerveza.
- Por ahora, querrás decir – me dijo riendo.
Sonreí.
- Hay que celebrar nuestra viudez de verano, ¿no?
- Sí, pero tienes que tener en cuenta que ya no somos adolescentes como para andarnos emborrachando, Mauricio.
- Si sé, hueón. – me dijo riendo nuevamente – Yo creo que ninguno de los dos está para esos trotes.
Conversamos de todo. De nuestras familias, de nuestros trabajos y sobre lo que nos estaba pasando.
- Oye – me dijo Mauricio en un momento en que no teníamos tema de conversación - ¿eres feliz?
- Sí, ¿y tú?
- No del todo
- Oye – dije pensando que Mauricio estaba un poco pasado de copas – ya es tarde y mañana tenemos que trabajar.
- Sí, tienes razón – me respondió como volviendo a la realidad y un poco avergonzado.
Estábamos despidiéndonos, cuando Mauricio me dijo, pasándome una tarjeta de un nightclub:
- Oye Gonzalo, me gustaría que este sábado fueras a este lugar.
- Sí, claro. No tengo ningún problema.
- Te espero a las nueve, entonces…
- Sí, no te preocupes. Ahí estaré – contesté con una sonrisa picarona.
La semana se me hizo muy larga y pesada. Lo único que quería era que llegara el sábado y juntarme con mi amigo para que nos pudiéramos distraer y pasar un buen rato como el de la otra vez.
Me costó llegar al lugar citado por Mauricio. Nunca había estado por esos barrios y el local tampoco lo conocía. A diferencia de la otra vez, fui puntual y para mi sorpresa Mauricio no había llegado. Pasó un largo rato desde la hora convenida y mi amigo no llegaba. Lo llamé varias veces a su celular, pero no contestó. Me preocupé, pero decidí esperarlo un rato más.
- ¡Y ahora con ustedes, nuestra querida amiga, la única y la gran Carla! – sentí que presentaron de repente.
- ¡Mauricio! – exclamé.

lunes, 12 de mayo de 2008


Somos cuatro amigas viudas vivimos juntas. Bordeamos los 70 años. A pesar de haber perdido a nuestros maridos, nos consideramos afortunadas. Entre todas, lo pasamos regio. Siempre nos estamos creando actividades para hacer.
Hace una semana, por ejemplo, se nos ocurrió una idea bastante “tirada de las mechas”. Se nos ocurrió nada más y nada menos que ir a un martes femenino. Éramos bastante osadas, pero Silvia era “de armas tomar”. Ella fue la que nos convenció de ir. Llegó el día y partimos muy entusiasmadas. Nos pusimos lo mejor que teníamos. Algunas minifaldas, petos ajustados con brillante y “chalas” de taco alto. También íbamos bien pintadas.
No nos pusieron ningún problema para entrar, pero una vez estando adentro, las “lolitas” que estaban allí, nos comenzaron a mirar como “bichos raros”. A nosotras, desde luego, no nos importó, así que nos sentimos cómodas. Empezó el show y todas comenzamos a gritar. El vedetto era un verdadero “churrazo”. Pasado un rato, pasó lo entretenido. Silvia se subió al escenario y se abalanzó sobre el vedetto. Lo desvistió hasta dejarlo en calzoncillos. Se los quiso quitar, pero el hombre se lo impidió. Éste comenzó a pedirle ayuda a algún guardia. Silvia estaba totalmente enloquecida y descontrolada.
-¡Sáquenme a este fósil de encima!- gritaba el vedetto- Está descontrolada.
El guardia se subió al escenario y la bajó. Fueron tantas las burlas y las risas que recibimos, que nos fuimos. Al principio nos sentimos mal, pero al rato se nos había olvidado. Al ver que nuestro panorama había fracasado, decidimos irnos a nuestra casa.
Íbamos en el auto, cuando de repente vimos un letrero que decía: “Hoy Martes Femenino”. Todas nos quedamos mirando. La primera que dijo algo fue Silvia
-¿ Se tientan chiquillas?
Nuevamente nos miramos y dije:
- La noche es joven aún ¿o no?

lunes, 5 de mayo de 2008

La ilustrada en hombre.


El padre de Marie pretende que sea una matemática famosa, pero ella sabe que tiene sus antepasados en las mujeres que bailaban can-can o en las ligas que tienen las mujeres para seducir a los hombres, pero la relación con la ilustración es distante y ajena. Es una época, en donde ella hubiera estado dibujando corazones o dulces, en vez de haber estado preocupada del “sapere aude”. Su mundo transcurre entre nubes y estrellas y creo que la búsqueda de una certeza, que decide rechazar como falso toda afirmación de la que se pudiese dudar, no está dentro de sus prioridades. Tal vez podría haber sido una tutora, la pupila o alguna señora de la alta sociedad, pero en asuntos de hombres ella no se inmiscuía. El Siglo de las Luces es para ella sinónimo de éxito, espectáculo, aplausos. En vez del culto a la razón y del dominio de la naturaleza, ella piensa en un gran escenario, en donde las luces la ciegan y hay un público que grita su nombre. Ella lo asocia con un grupo de hombres esperando que salga a escena y con un camarín que tiene un gran espejo con muchos maquillajes. Y obviamente la puerta de su camarín tiene que tener una estrella enorme en donde diga su nombre. Ella cree que personajes como Voltaire o Diderot son hombres que están dispuestos a deleitarse con su show y con su sensual baile. Ilustrar al sexo opuesto es lo que le interesa y los números sólo los utiliza para saber cuántos hombres la miraron.